La vergüenza es una emoción que hace parte de nuestra experiencia como seres humanos, nos ha acompañado en algún momento de nuestra vida, independiente del rol que se ocupe en la sociedad en la que estamos inmersos.
Al igual que otras emociones, es transitoria, surge del querer ser aceptados, queridos y o amados por otros. Puede resultar incomodo sentir vergüenza ya que aumenta nuestra temperatura corporal que se puede manifestar en el rostro, aumenta la frecuencia cardiaca y la respiración; además, existen creencias como que la vergüenza es vista de manera inapropiada por el otro, por un observador, o incluso de ser inadecuados e indefensos; estas percepciones hacia uno mismo y ante los demás conllevan a juicios en torno al sentir, rechazando esta experiencia emocional y, por tanto, conlleva a una tendencia a evitar o escapar de esas situaciones en las que se está expuesto ante la posible critica, confrontación o juicios y ante quien queremos ser aceptados y reconocidos.
Esta forma en la que nos relacionamos con la vergüenza persiste porque nos escondemos de los demás y de nosotros mismos, por temor a ser rechazados y olvidamos que otras personas también han sentido vergüenza. Si cambiamos la forma en la que nos relacionamos con la vergüenza su presencia cada vez será menos incomoda, por ello, la autocompasión nos permite relacionarnos con amabilidad hacia nosotros mismos en lugar de juzgarnos, de rechazarnos, de criticarnos por sentir vergüenza.
Además de ser conscientes de la humanidad compartida, es decir, reconocer que como seres humanos nos podemos equivocar, tenemos dificultades y que el dolor y el sentir hacen parte de la experiencia humana. Así mismo, la autocompasión implica la atención plena/mindfulness, es decir, ser conscientes de la experiencia del momento presente, tener apertura ante los pensamientos, sensaciones y emociones sin evitarlos de manera que permite afrontarlos aun cuando resulte desagradable y sin quedar atrapados en ellos. Significa que observar con atención plena nuestro sentir, en este caso nuestra vergüenza, nos permite reconocerla desde una perspectiva diferente sobre nosotros mismos y nuestras experiencias de vida.
Para practicar la autocompasión frente a la vergüenza identifica cuales son los pensamientos negativos comunes hacía esta emoción, por ejemplo: no soy lo suficientemente bueno, soy un fraude, soy incapaz, no valgo nada e intenta identificar si surgen en un contexto particular (en el trabajo, en las relaciones familiares, sociales, afectivas, académicas…).
Ahora trata de emplear los tres componentes de la autocompasión a esos pensamientos negativos.
Mindfulness: escribe de manera objetiva sobre cómo se siente tener esos pensamientos negativos, por ejemplo: “me siento triste cuando tengo el pensamiento de que no soy suficiente”.
Humanidad compartida: escribe sobre como tus creencias son parte de la experiencia de vida, por ejemplo, posiblemente no soy la única persona que se ha sentido avergonzada por..”
Amabilidad: escribe de manera comprensiva y amable hacia ti mismo el dolor y emociones que has experimentado por esos pensamientos negativos, intenta escribirte a ti mismo como si estuvieras hablando con un/a amiga/o que acaba de admitir que tenía esos pensamientos sobre sí mismo/a. Por ejemplo, “Lamento que te sientas así. Puedo ver lo doloroso que es para ti…”
Permitirnos ser amables y comprensivos con nuestra vergüenza nos permite conectarnos con nuevas formas de relacionarnos con nosotros mismos, teniendo mayor apertura a la experiencia sin intentar rechazarla o juzgarla, y en esa medida su compañía será menos incomoda, identificando en ella una funcionalidad en nuestro diario vivir e incluso permitiéndonos realizar acciones en su presencia.
Laura Valentina Cruz Anzola, Psicóloga aspirante a título de especialización.
Neff, K., & Germer, C. (2018). The Mindful Self-Compassion Workbook: A Proven Way to Accept Yourself, Build Inner Strength, and Thrive. Guilford Publications.